Un día alguien habló sobre menospreciar la presencia de Dios y yo pensé ¿es posible esto? ¿cómo podría yo menospreciar su presencia? Poco tiempo después mientras iba manejando tuve un “problema” con otro conductor y dije cosas muy malas, me enojé bastante por una cosa sin sentido, como dije, el problema lo tuve yo. Después de lo que dije y de como me enojé, miré el asiento del copiloto y pensé: Dios está conmigo siempre a donde voy y no lo he considerado.
No me fijé en ese momento que Dios estaba escuchando todo lo que le dije a ese hombre, había pecado en dos formas al menos, había maldecido a mi prójimo y lo más importante, había menospreciado a Dios y su presencia.
Es cierto que es valido enojarse, lo que no está bien es pecar cuando estás enojado, tal vez te va a pasar alguna vez tener un roce con otro conductor como a mí, pero ¿cómo vamos a actuar? La Biblia es clara, Si se enojan, no pequen, No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol. Efesios 4:26.
Aunque nos es valido enojarnos, es mejor no hacerlo porque la linea es muy delgada entre el enojo y el pecado, pues es cierto que enojado no piensas de la misma manera y puedes caer en las garras del pecado y hacer o decir algo que esté mal. Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal. Salmo 37:8.
Sé lo difícil que es poder controlar el carácter y refrenar la lengua cuando uno está enojado, pero no es imposible, especialmente si, como yo, te pones a pensar en que la presencia de Dios está contigo a donde quiera que vas. Estoy seguro que cuando asimiles esto vas a poder estar más tranquilo y vas a tener más control de ti mismo en todos sentidos.
Es más, cuando te des cuenta que Dios está contigo en todo, tu carácter va a cambiar sólo, tú mismo verás un cambio y también las personas que te rodean lo verán. Efesios 4:31 dice: Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda malicia. Ahora que sabes esto, debes hacerlo sí o sí, no puedes seguir viviendo igual, con amargura o enojo.
Se supone que yo sabía estas cosas antes de hacer lo que hice en esa ocasión, pero aun así no me detuve, no pensé y actué conforme a mi enojo. Debemos tener cuidado con estos “arranques” porque son los más peligrosos, pues si no sabemos controlarlos pueden terminar muy mal, de ahí nacen los pleitos entre las familias y por causa de ellos se pierden amistades.
Santiago 1:19-20 dice: Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere. Una vez más vemos que lo prohibido no es enojarse, sino lo que puede producir ese enojo.
El libro de Santiago capitulo tres del versículo uno al doce, habla sobre la importancia de refrenar la lengua y de las consecuencias de no hacerlo, la lengua en estos versículos es comparada con el freno de un caballo o el timón de un barco, que aunque es un músculo muy pequeño es capaz de dirigir todo nuestro cuerpo, por lo mismo es comparada con una pequeña chispa, capaz de incendiar todo un bosque.
Imagina todo el poder que hay en la lengua, para construir y destruir, ahora piensa en el daño que puede hacer si no eres capaz de controlarla en tus enojos.
Piensa cuántos problemas te podrías evitar siendo lento para enojarte y además sabiendo frenar tu lengua, las reuniones familiares serían muy diferentes o tal vez aun tendrías a todos tus amigos y la mayoría de tus problemas no existirían.
Sé que vas a encontrarte por todos lados con gente difícil pero recuerda estas palabras: La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. Proverbios 15:1.
Busca siempre estar en la presencia de Dios y no la menosprecies, hoy hemos hablado sobre el enojo y como puede llevarnos a menospreciar la presencia de Dios, pero hay muchas formas como podrías hacerlo. ¡Cuida tu relación con Dios!
Y para terminar, medita en esto: Como ciudad sin murallas es quien no sabe dominarse. Proverbios 25:28.
Escrito por Iglesias Creativas.