¿Cuál es la respuesta apropiada frente a la tentación?

Identificamos dos vías principales por las cuales la tentación se presenta en nuestras vidas. Una de ellas es a través de la persecución y la aflicción, y la otra es mediante la seducción de nuestros propios deseos. En lo que respecta a esta segunda categoría, la respuesta adecuada consiste en cerrar las puertas que nosotros mismos podríamos haber abierto.

¿Qué es lo que anhelas profundamente? Es esencial entregárselo al Señor. En mi perspectiva, los deseos que pueden generar problemas no solo incluyen aquellos del pasado que no tienen lugar en la vida de un cristiano, sino también los deseos legítimos que, sin embargo, no han sido entregados por completo al Señor. Por ejemplo, cuando era soltero, experimenté un inmenso deseo de casarme. Pocos años después de convertirme en creyente a los 21, decidí esperar a que Dios me presentara a mi futura esposa. Sin embargo, mi impaciencia creció a medida que pasaban los meses. Quería que Dios me trajera una esposa de inmediato. Este fuerte deseo se convirtió en uno de esos que Santiago describe como abriendo la puerta a la tentación, y eso es exactamente lo que me sucedió. Dada la intensidad de este deseo, caí en trampas en varias ocasiones y sufrí las consecuencias. Finalmente, le dije a Dios: «Ya no me importa tener una esposa. Si Tú quieres que tenga una, perfecto; pero si no, seguiré amándote y sirviéndote de la misma manera». Tan pronto como entregué completamente la situación, renunciando por completo a ella, adivina qué sucedió: ¡Nunca más fui tentado con eso! Después de algunos años, Dios finalmente me presentó a mi esposa. La lección aquí es clara: si hay algo que deseas intensamente (ya sea una pareja, una carrera, etc.), debes entregárselo a Dios y decidir en tu corazón que, aunque Dios no te conceda lo que deseas con tanta intensidad, eso no será un problema. De todas formas, Él siempre sabe lo que es mejor. Continuarás amándolo y sirviéndolo, sin importar cómo resulten las cosas. Entregar completamente un asunto a Dios y aceptar cualquier resultado que Él pueda traer cierra las puertas a la tentación. ¡No puedes ser arrastrado por las pasiones si no las tienes! En resumen, incluso los deseos que se alinean con la Palabra de Dios pueden llevarnos a la tentación si no los entregamos POR COMPLETO a Dios.

Si la tentación toma la forma de persecución y aflicción debido a la Palabra, la respuesta una vez más es resistir, teniendo presente que Dios no está lejos. Él está contigo. Jamás te abandonará ni te traicionará, como afirma Su Palabra (Hebreos 13:5). Tal como nos dijo Pablo: «así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación» (2 Corintios 1:7). Además, 2 Pedro 2:9a nos asegura que:

El Señor sabe librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;

Por lo tanto, mantente firme en la fe, sin titubear.